Venga un rasgueo y ahora,
Con el
permiso de ustedes,
Le estoy
cantando, señores,
A don Nicanor
Paredes.
No lo vi rigido y muerto
Ni siquiera
lo vi enfermo,
Lo veo con
paso firme
Pisar su
feudo, Palermo.
El bigote un poco gris
Pero en los
ojos el brillo
Y cerca del
corazón
El bultito
del cuchillo.
El cuchillo de esa muerte
De la que no
le gustaba
Hablar;
alguna desgracia
De cuadreras
o de taba.
De atrio, más bien. Fue
caudillo,
Si no me
marra la cuenta,
Alla por los
tiempos bravos
Del
ochocientos noventa.
Lacia y dura la melena
Y aquel
empaque de toro;
La chalina
sobre el hombro
Y el rumboso
anillo de oro.
Entre sus hombres habia
Muchos de
valor sereno;
Juan
Muraña y aquel Suarez
Apellidado el
Chileno.
Cuando entre esa gente mala
Se armaba
algun entrevero
El lo paraba
de golpe,
De un grito o
con el talero.
Varon de animo parejo
En la buena o
en la mala;
"En casa del
jabonero
El que no cae
se refala."
Sabia contar sucedidos,
Al compas de
la vihuela,
De las casas
de Junin
Y de las
carpas de Adela.
Ahora esta muerto y con el
Cuanta
memoria se apaga
De aquel
Palermo perdido
Del baldio y
de la daga.
Ahora esta muerto y me digo:
Que hara usted, don Nicanor,
En un cielo sin caballos
Ni envido, retruco y flor?
Del libro
"Para las seis cuerdas", en donde aparecio con el titulo "Milonga de
Don
Nicanor Paredes". La editio princeps estuvo a cargo de Emece Editores,
en noviembre de 1965, ilustrado por Héctor Basaldua.
Letra de
Jorge Luis Borges
Musica
de Astor Piazzolla
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