Este
pichón
del Turia que te mando,
de dulces
ojos y de blanca pluma,
sobre laurel
de Grecia vierte y suma
llama lenta
de amor do estoy parando.
Su cándida
virtud, su cuello blando,
en limo
doble de caliente espuma,
con un
temblor de escarcha, perla y bruma
la ausencia
de tu boca está marcando.
Pasa la
mano sobre su blancura
y verás
qué nevada melodía
esparce
en copos sobre tu hermosura.
Así
mi corazón de noche y día,
preso en
la cárcel del amor oscuro,
llora sin
verte su melancolía.
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